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Sobre el aprendizaje

Dicen que hay dos tipos de aprendices de idiomas: los que quieren hacerse entender y los que no se quieren equivocar. Los primeros avanzan increíblemente rápido, los segundos se quedan atascados, a veces sin lograr mantener una conversación básica. ¿Por qué ocurre esto?

Yo creo que el principal problema radica en la forma en que estamos acostumbrados a aprender desde el colegio.

Cuando nacemos iniciamos un proceso de prueba y error para aprender a caminar y hablar. No estamos preocupados por caminar de forma graciosa, o incluso caernos. No nos importa si conjugamos bien el verbo poner (“yo poní”) o saber (“yo sabo”). Estamos más enfocados en el fin que en hacerlo “correctamente”.

Lo curioso es que, en el proceso de prueba y error, vamos encontrando la forma correcta.

Desafortunadamente, nuestro sistema educativo castiga los errores y nuestra actitud hacia el aprendizaje cambia para siempre, al menos en la mayoría de personas. Nuestro objetivo principal al aprender es evitar los errores.

Las consecuencias son devastadoras. Primero, esta es la razón, creo yo, que muy pocas personas se atreven a aprender algo nuevo.

Segundo, los que se atreven a aprender quieren que les salga bien al primer intento. Aún peor, quieren aprender todo lo que hay que saber del tema antes de atreverse a ponerlo en práctica, y esto los hace, desafortunadamente, malos aprendices.

Es como si un niño quisiera aprender toda la teoría detrás de montar bicicleta antes de hacer su primer intento y esperar que nunca se vaya a caer porque ya lo aprendió todo. Eso no tiene ningún sentido y, sin embargo, es la forma en que la mayoría de personas esperan aprender.

Pero la consecuencia más lastimosa es que muchos lo intentan una única vez, y si no funciona, no lo vuelven a intentar.

¿Cómo cambiar nuestra actitud?

Imagina en algo que has querido aprender pero no has podido. ¿Qué te ha detenido?

No, no es el tiempo. El tiempo es fundamental para el aprendizaje pero si uno quiere aprender algo, seguro encuentra el tiempo. No, tampoco es alguien que enseñe bien, las cosas que vale la pena aprender no se pueden enseñar.

La principal barrera para aprender no es intelectual, es emocional. Es la actitud que tenemos hacia el aprendizaje.

Empecemos por aclarar que no existe tal cosa como aprender algo. Uno no puede dividir el mundo entre los que saben y no saben. Por ejemplo, cuando decimos que una persona aprendió otro idioma nos referimos a que es capaz de sostener una conversación con otras personas, entender y hacerse entender, por así decirlo. No significa que se sepa todas las palabras del diccionario ni todas las reglas gramaticales. Nadie exigiría eso.

Lo que existe en los idiomas son unos niveles de competencia, que no son exactos (el nivel de aprendizaje es continuo, no discreto), pero que nos ofrecen una forma práctica de compararnos con otras personas.

Para cambiar nuestra actitud hacia el aprendizaje debemos entender que las cosas que vale la pena aprender no se pueden enseñar. Y, desafortunadamente, muchas personas esperan que les enseñen. Lo que uno necesita son mentores que lo guíen y lo corrijan (le den retroalimentación). Al final, los únicos responsables de nuestro aprendizaje somos nosotros mismos.

Es importante mentalizarnos en que vamos a comenter errores, pero que en los errores y la frustración está el aprendizaje. Esta es la parte más difícil de cambiar porque nos han acostumbrado a sentirnos mal cuando cometemos un error.

Las dos características más importantes de un buen aprendiz son la humildad y el optimismo. Por un lado, aceptar que estamos aprendiendo y que tenemos derecho a cometer errores. Y, por otro lado, creer que eventualmente vamos a lograr lo que nos propusimos (tocar esa canción de piano, llegar a ese nivel de ajedrez, etc.).

No seas el aprendiz que está pensando en evitar los errores, enfócate en lo que quieres lograr. El buen aprendiz no quiere aprender italiano, quiere hacerse entender en una conversación, y en la siguiente. El buen aprendiz no quiere aprender piano, quiere tocar una canción, y después la otra. El aprendizaje se convierte en un medio para lograr un objetivo.

En programación

¿Cómo aplicamos todo esto a la programación? Bueno, en la programación también existen los dos mismos tipos de aprendices: los que quieren aprender todo primero para después hacer su primera aplicación de forma correcta, y los que quieren hacer que la aplicación funcione sin importar si es la forma correcta o no.

Y de nuevo, los primeros tienden a tener muchas dificultades para avanzar y encontrar un empleo, los segundos avanzan increíblemente rápido y consiguen los mejores empleos (o crean sus propias compañías).

Tampoco existe tal cosa como “aprender a programar”. Cuando uno dice que alguien sabe programar es porque se volvió un experto buscando en Internet y haciendo copy-paste de otros proyectos que hizo buscando en Internet (tutoriales, blog posts, etc.).

Aprender a programar no significa saber todas las reglas sintácticas de un lenguaje, sus objetos y métodos. Nadie exigiría eso. Y al igual que con los idiomas, también hay niveles de aprendizaje.

En la programación también vamos a cometer muchos errores. La verdad es que la programación es muy frustrante: la configuración de las herramientas, la rigidez de la sintaxis (¡faltaba una coma!), las diferentes versiones de las librerías, etc.

Después de más de 20 años programando puedo decir que la frustración nunca se va, pero uno aprende a vivir con ella. Cada aplicación tiene sus propios retos, sus propios aprendizajes. Pero uno es optimista, uno sabe que con el tiempo suficiente para investigar y fallar se pueden solucionar la gran mayoría de problemas (aunque no todos, claro).

Por último, los buenos programadores primero se concentran en hacer funcionar lo que necesitan hacer funcionar, después buscan cómo se puede hacer mejor o piden retroalimentación de una persona con más experiencia a ver si la forma es la correcta. Y muchas veces es necesario reescribir una aplicación o funcionalidad varias veces, pero ahí es donde más se aprende. El peor error que uno puede cometer en programación es tratar de hacerlo correcto desde el principio. Es la forma más fácil de atascarse y fracasar.

Mi consejo para una persona que quiere aprender a programar es tener una idea de una aplicación quiera hacer. Entre más ganas uno tenga de hacerla, menos se atascará en los detalles, y más rápido avanzará. Obviamente, empieza con algo sencillo, sigue tutoriales de algo parecido y ve adaptando lo necesario.

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